A veces el destino hace que las cosas, por muy mal que pinten, acaben saliendo más que bien.
Esa mañana, en Salamanca, todo apuntaba a que iba a llover… y así fue cuando comenzaron los preparativos de esta pareja tan increíble. Como fotógrafo de bodas, soy consciente de que el día de una boda pueden suceder mil cosas que escapan a nuestro control, la lluvia es una de ellas. Pero ni las nubes ni la lluvia impidieron en absoluto que Patty y Álvaro disfrutasen de su gran día con momentos de nervios, emociones, amor y, sobre todo, mucha felicidad. Si no, comprobadlo vosotros mismos.
¡Espero que os guste!